Partiliceiras, ese era el término con el que se les denominaba a las matronas de Ibias. Grandes mujeres que desempeñaban un papel fundamental a lo largo del embarazo y sobre todo en el momento del parto.
Cada pueblo solía tener la suya, en Luiña, las más conocidas eran Salomé de José Ramón y Felicita Uría, mientras que en Fresno la partiliceira con más renombre era Josefa.
Felicita Uría (Luiña)
No tenían estudios, la mayoría no sabía leer pero eso no les impedía desarrollar unos conocimientos que eran trasmitidos de madres a hijas. Sabían perfectamente cómo desarrollar todos y cada uno de los pasos para que el parto fuese un éxito.
En primer lugar, había que diagnosticar cuál era el momento exacto en el que la mujer se ponía de parto, una vez que se confirmaba que llegaba la hora de alumbrar al niño, la comadrona acomodaba a la madre en una cama, la de matrimonio y le mandaba abrir las piernas para facilitar el nacimiento. Acto seguido, le pedía que agarrara con sus manos el cabecero de la cama que solía ser de hierro con el objetivo de que esta hiciera fuerza, controlando a su vez, su respiración con el típico inspira, espira, inspira, espira.
Una vez que la cabecita del niño asomaba, las partiliceiras untaban sus manos con aceite con la única meta de no hacer daño a la madre y así, con sus manos, poder facilitar el nacimiento del bebé.
El niño ya había nacido y como es típico en estos casos, se le cortaba el cordón umbilical y se le ataba con filo de coser. Si el niño venía llorando no se hacía nada, pero si el niño venía aturdido, se le azotaba con el propósito de hacerle llorar.
La madre, cansada y desorientada, era atendida por las comadronas. Era importante que esta expulsara la salve (placenta), para hacer posible este hecho, utilizaban un método de lo más rústico, les mandaban soplar por una botella con la finalidad de que hicieran fuerza y expulsaran la placenta.
Salvado el niño y la madre, era hora de adecentarlos a los dos, primero se lavaba bien a la madre, se le secaba y se le tapaba, acto seguido se lavaba al niño en un barreño de agua templada, se le secaba y se le envolvía en una mantilla.
Por último se ponía al bebé a mamar con el objetivo de que le bajara a la madre la leche. A las dos horas se le hacía un caldito de gallina a la mujer para que se recuperara de ese gran esfuerzo que supone traer al mundo a un niño.
Desgraciadamente las partiliceiras no eran médicos, hacían todo cuanto podían, salvaban vidas, aunque bastaba un solo incidente para que se tuviera que lamentar la vida de algún bebé o alguna madre. Era admirable su labor, había que tener mucha sangre fría y mucho coraje para hacer lo que ellas hacían. Me siento orgulloso de que una de esas partiliceiras fuese mi abuela.
Ni que decir tiene que no cobraban nada por los servicios que prestaban, tan solo un "Dios te lo pague" o un "te lo tendré en cuenta el resto de mi vida"...
Ya no quedan seres como ellas, grandes personas, buenas y bondadosas que con sus privilegiadas manos ayudaban a traer al mundo a esas criaturas que hoy por hoy tanta falta nos hacen en Ibias.
8 comentarios:
Eso es, Dios te lo pague y gracias también a la Tía Basilisa de Sisterna que nos vió nacer.
Un buen homenaje a estas abnegadas mujeres que ya forman parte de la historia de Ibias. Buena labor.
MUy buen y merecido homenaje a estas mujeres,auque sea en esta epoca ellas con su esperiencia siempre te daban un buen consejo a la hora de tener a tu hijo.
Tan solo con mirarte la barriga predecian tambien el sexo del bebe.
Mi abuela que es la tuya tambien acerto de pleno cuando me vio y me dijo que lo que iba a tener era una niña.
Muy bonitas las fotos, dale recuerdos a Pelayo es guapisimo.
Un saludo
Grandes muyeres que faeron muito por nos. Gustaríame saber cuantas habia en Ibias ya reto a todos os que leen este blog, ya conocen a algua, a que a poñan, ya sí conocemolas todos.
Un saludo
Hola Ángel. Me gusta esta entrada acerca de nuestra historia reciente aunque ya olvidada.
En Omente, desde la primera hasta la última generación que nacimos en el pueblo, vinimos al mundo asistidos por una partiliceira; la última se llamaba Josefa Peña (a Tía Pepa de Os Heiros).
No sé si cada una tenía su propio método, pero por lo que me cuenta mi madre, el lugar elegido para dar a luz era en la cocina. Se ponía una manta en el suelo y la parturienta se ponía de rodillas. Por cierto el último nacimiento del lugar fue hace 34 años.
Saludos,
Pilar
Aunque a mi me toco D. Luciano el medico de S. Antolin,me consta que en Torga era la tia Rosa del Rego y en Busante la tia Candelaria del Cabo da Vila.
Tambien conoci a la tia Pepa dos heiros que dice el anonimo, pero yo como una excelente cocinera que venia a Torga a mi casa todos los años por la fiesta.Se merecen todos los homenajes que se les puedan dar.
Un saludo
Lástima que ya no queden personas como éstas. ellas si que sabian. Una pena que se pierdan y dejen de existir.
Un saludo.
Hola Angel como te comentaba antes ahora estoy dándome la primer vuelta por tu blog y me encuentro estas palabras tan conmemorativas a cerca de las parteras de IBIAS, que emotivo, te felicito, y voy a poner mi granito de arena: en villajane la última partera fue María de Eliséo, tía abuela mía, artista en su arte como todas ellas ayudó a traer al mundo a muchos de los que hoy ya son abuelos, y a sus propios hijos teniendo incluso un parto de gemelas que vivieron tres días y que debieron de fallecer dicen que por falta de incubadora , con ellas y otros 6 que crío tuvo ocho hijos ella sola como muchas otras, grandes mujeres. saludos Viri
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