jueves, 1 de agosto de 2013

De vuelta a la infancia

Después de un duro año de trabajo, uno también merece unas vacaciones ¿no? Olvidaros de destinos paradisiacos, ciudades con reseña o playas abarrotadas. Cuando se trata de elegir, uno tiene que ser conservador y apostar por la opción más segura y qué mejor seguro, que el que proporciona ir al lugar en el que has nacido y te has criado…


No hay como tornar a reencontrarse con tu niño interior y volver a serlo por las tierras en las que jugabas, recorrer los caminos por los que corrías y volver a ver a las personas que 20 años antes formaron parte de tu infancia. 


A estas alturas de la película no vamos a ser urbanitas ni repetir los mismos tópicos que ellos tienen en mente para desprestigiar, sin conocer, a los territorios que no son urbes.


Si supieran la hipoteca sin vencimiento que han de pagar por sobrevivir en una ciudad, dejarían de presumir por vivir en ellas. Los que somos de pueblo y hemos tenido que emigrar, sabemos bien de lo que hablamos y sufrimos en silencio, cual hemorroide, la añoranza por volver a nuestra tierra.



En fin, que no quiero yo cambiar el pensamiento de todos aquellos que viven bien en territorios urbanos, pero desde luego nunca podrán presumir de ver un cielo estrellado, saber lo que es una buena comida, beber un agua que no sepa a cloro ni ver otra cosa que no sea el mal careto del vecino de enfrente…


Puesto que no quiero perderme todo esto, ni contribuir con mis acciones a dar razón a los tópicos sobre pueblos, estaré encantado de volver a mi lugar, dónde huele a hierva, suena el cuco, para el tiempo y la gente es y se comporta precisamente como eso, como gente...



No quisiera faltar a la buena educación que me han inculcado siempre mis padres e irme sin despedirme de vosotros. Os deseo un feliz verano a todos y aprovecho para recordaros, que echo la verja, cierro la puerta, os doy la despedida, aunque con fecha de caducidad por supuesto. En Septiembre volveremos a estar por aquí hablando y dando que hablar...