domingo, 2 de marzo de 2014

"Escaldacais" os de Villaoril

Que las explotaciones a cielo abierto de carbón han arruinado el paisaje, modificado la forma de vida e incluso el modo de acceder a muchas aldeas, es toda una realidad en las parroquias de Tormaleo y Taladrid. El fin nunca justifica los medios, pero cuando de los medios depende la supervivencia de la zona y por ende la de los propios vecinos, se deja de lado la razón para justificar el fin.


Seguro que muchos de los resignados vecinos de Villaoril, aceptan a regañadientes esta reflexión que hago. No es para menos, sufren de primera mano la metástasis de un cielo abierto que se extiende sin control y que les ha puesto a modo de defensa, una impresionante escollera por la que discurre la pequeña pista asfaltada que les conduce a su hogar. 


Es Villaoril, con sus 860 metros de altitud otra de las tantas aldeas que han sabido envejecer sin arruga. En ella se puede contemplar aún el sentimiento y delicadeza de los maestros artesanos que pusieron su piedra, trabajaron la pizarra y mimaron la madera


Sus laberínticas callejuelas se extienden de forma irregular a lo largo de la aldea. Parecen querer confundir al extraño que entra en ella,  pero a la vez contribuir aportando el misterio y la intriga de quien guía sin hacerlo. Bien sea por cuestas que bajan o aquellas que cuesta subir, los caminos de Villaoril siempre irán a mostrarte lo que ellos te quieran mostrar. 


En este sentido, igual puedes toparte con antiguos caserones de robusto tamaño, aquellos que no pueden presumir de ello, otros a los que la buena vida les ha dotado de barriga  y algunos que para querer ser guapos, han pasado por quirófano con desastroso resultado


En la viña del señor tiene que haber de todo, pero cierto es que en esta aldea prima lo bueno. Buen conjunto, buenas casas, buenos vecinos, buenas vistas y mejores aguas.


Eso sí,  si quieres saciarte con ellas has de cruzar la aldea de punta a punta. El conjunto merece mucho la pena, pues se trata de una fuente de estructura baja, con caño tallado en piedra y abrevadero, cobijada por un importarte castañar


Qué decir de su gente, diferente a la que hay por ahí en el resto de Ibias. Son los únicos que de primeras no desconfían y salen a recibirte como en Fuenteovejuna. ¿En qué otro pueblo pasa esto?


Seguro que sin en Villaoril hablamos de roxo, automáticamente los propios vecinos te conducirán a la casa más ilustre, la casa del Roxo. Se trata de uno de los conjuntos etnográficos mejor conservados del concejo. Su escudo de armas perteneciente a la familia Sal de Rellan data de 1746, aunque la familia tiene constancia de que la casa podría tener, al menos, 100 años más.  


Impresiona su gran tamaño compuesto por la propia casa, un palleiro (pajar), un corral empedrado y una panera de grandes dimensiones. Su interior es magnifico, digno de ver, en el que destaca la Lareira (cocina tradicional) dotada de todos los aperos, una magnifica galería, una sala con dos fornos y en general todas sus habitaciones, en las que se guarda el paso de la historia de esta gloriosa casa.


No sería de recibo hablar de Villaoril e incluso de la casa que pertenece a su familia y no hacer mención a la que ya es por derecho propio, célebre vecina de esta aldea y de todo Ibias. Fue María del Roxo la primera en dedicar en su blog, bonitas letras que dignificaban un olvidado concejo de Ibias y quien posteriormente llevó esa inquietud por contar a un libro, Ibias Guía Completa.


Resulta difícil escribir sobre Villaoril, pues todo lo que se pueda redactar no será suficiente para mostrar sus verdaderas virtudes. Parece que al poner pie en ella comienzas un sueño que distorsiona la realidad. Crees ver lo que estás viendo aunque, es tanto, que es imposible recordar todos los detalles.


Una vez que lo andas por completo, solo te queda acertar con el camino que te devuelva al lugar que te aleje de él. Sin duda alguna, una de las aldeas con mayor personalidad y alma del concejo de Ibias.


No me extraña que sea el orgullo que cuidan y atesoran aquellos que han tenido la suerte de nacer en este precioso lugar...