viernes, 29 de julio de 2011

No os digo adiós.... os digo !! Hasta el mes que viene!!

Un mes de vacaciones no le viene mal a nadie, a mí, desde luego que no y más si es en Ibias.


A todos los que queráis encontrarme, no paguéis paparazzis ni reporteros incordio, pues ya sabéis donde hacerlo.

A los que no quieran verme, difícil, este verano tengo pensado recorrer muchos pueblos y seguro que en alguno nos encontramos.


Ni que decir tiene que el día 20 de agosto os esperamos a todos en el encuentro bloguero Ibias el lejano Oeste, que este año tendrá lugar en la Viliella y cuyo anfitrión será nada menos que el Xastre.

!!! El listón está alto después de Gonzalo y Berta!!

Pues eso, que nos vemos todos en Ibias.... y el que no quiera venir.... que le aproveche, no sabe lo que se pierde.
FELIZ VERANO A TOD@S

jueves, 21 de julio de 2011

Ver para recordar

SOLUCIÓN:

Iglesia de San Agustín en la aldea de Sena

ACERTIJO:

De vez en cuando la alegría

tira piedrecitas contra mi ventana

quiere avisarme que está ahí esperando,

calmada, contemplar los paisajes de Ibias.

De vez en cuando la tristeza

tira piedras contra mi puerta, desafiante, enfurecida,

queriendo que la abra para salir de este mundanal ruido.


Pensamientos, nostalgia, recuerdos,

momentos vividos, noches en vela, el verde en mi vida.


Asfalto caliente, ruido de coches, ladrillo rojizo,

personas andando, delincuencia latente, la droga a tu lado.

¿Vivir del recuerdo? ¿Recordar lo vivido?

Ya veis, he estado en este sitio y de la memoria se me ha ido ...

Sabríais decirme a qué edificio pertenece esa ventana y esa puerta y en que aldea de Ibias se encuentra


¡Seguro que vosotros podréis refrescarme el recuerdo!


miércoles, 13 de julio de 2011

Justicia para Sheila

Siete años han pasado ya desde aquella noche fría de invierno en la que Sheila Barrero encontraba la muerte de la manera más vil, despiadada y sin escrúpulos en el alto de la Collada.

Siete años de investigaciones, conjeturas, intrigas, preguntas que hasta ahora no han tenido ningún tipo de respuesta, pues el asesino de esta joven sigue sin conocerse.

Siete años de lucha continua y noches en vela son los que llevan ya la familia, cansada de no encontrar culpables y con ganas de que de una vez por todas se haga justicia con Sheila.

Más vídeos en Antena3


viernes, 8 de julio de 2011

Presente y futuro de nuestra capital; San Antolín.

El director del Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial (CECODET), Fermín Rodríguez, experto geógrafo en la especialidad de Ordenación del Territorio analiza nuestra capital dando diversas prioridades de actuación futura, para hacer de San Antolín, una pola inmersa en un valle floreciente y con clara proyección exterior.

Fermín Rodríguez (CECODET)

San Antolín es una pequeña villa que salpica de blanco el fondo de un valle verde, amplio y diáfano que, sin embargo, no encuentra salida en las montañas que la rodean por todos los puntos cardinales y sólo una cinta, pegada al alargado embalse, permite, conteniendo la respiración, el paso a Grandas. Es el muy hermoso valle bajo del río Ibias, que corre en pasillo arbolado hacia el gran Navia. Casi oculto entre Asturias y Galicia, pronto ve sus aguas remansadas por el embalse de Grandas y su obra imposible, representativa de una época dura en todos los sentidos.

Meandros del río Navia a su paso por Riodeporcos

San Antolín presume de su río, que quizá logre sobrevivir a las afrentas de la minería de montaña. También de su paseo, de su senda del oro hacia Cecos y de su pequeña iglesia medieval, que pide a gritos una reparación, sin grandes gestos ni cambios, sólo los imprescindibles para que muestre toda su belleza, eliminando incurias del tiempo y del hombre y realizando el mantenimiento necesario. De nuevo nos encontramos con la desidia asturiana por el patrimonio histórico.


Centro urbano de San Antolín con su iglesia.

Es villa desahogada, con varias agrupaciones o barrios de nombres sonoros. Destaca el cogollo del Sol, en una colina-mirador sobre el río, junto a la plaza, la iglesia y el Ayuntamiento. También El Fondal, Las Barreiras, La Campa, El Foxo, La Torre, Villardel, Cascarín y otros. Enhebrados hoy en torno al eje de la modesta carretera entre Cecos, Marentes y el puente sobre el embalse, que divide la que va a Fonsagrada y la que también va a Fonsagrada, como reza el cartel, lo que según el chiste demuestra que los gallegos ya saben que el mundo es redondo.

Panorámica de visualización de la estructura urbana de la capital.

Aunque San Antolín se acoge al valle, de baja altitud, está rodeado por altas montañas, que han condicionado su relación con el exterior, manteniendo un pequeño mundo aislado, una más de las fantásticas burbujas asturianas, en el que la pequeña villa constituye el centro de aprovisionamiento y de servicios públicos para un concejo extenso y montañoso, de más de sesenta aldeas y dos mil habitantes, hasta hace bien poco. Y un notable equipamiento escolar, que ha servido a numerosas y originales iniciativas locales, incluidos los cursos de verano universitarios.

Si la industrialización de la segunda mitad del siglo XX fue un duro golpe para la vida local, que vio emigrar a la mayoría, el agotamiento demográfico de la primera década del XXI parece querer aplicar la puntilla. En diez años el concejo ha pasado de 2.152 a sólo 1.698, una pérdida de 450 residentes empadronados, cifras que ponen de relieve una situación difícil para el futuro inmediato. La villa capital se mantiene en torno a los 330 habitantes empadronados, algo más de 500 en la parroquia, que contiene algunos pueblos interesantes como Cuantas, con buenos caminos para recorrer con calma. La mayoría de los pueblos de la parroquia rodean la villa desde las alturas, ofreciendo magníficas vistas sobre el valle. Es el caso de Caldevilla, Piñeira, Villamayor y Folgoso, entre otros.

Imágen aérea de San Antolín de Ibias junto con sus vecinos como Cuantas (al sur)

San Antolín es una pequeña villa. No un núcleo rural que hace función de villa, sino una auténtica villa. Y no de las menores del mapa municipal asturiano. Que trata hoy de hacer valer su tranquilidad, su estructura urbana, sus servicios, su incipiente sector hotelero, para sacar partido de unas condiciones idóneas para ofrecerse al turismo regional y extrarregional que busca equipamientos, calidad, tranquilidad y cosas que hacer en el medio rural. E historia cotidiana de las muchas gentes que aquí vivieron y trabajaron para sacar de un medio difícil recursos y subsistencias. Y el conocimiento de las tradiciones artesanas y de la transformación de los productos locales, entre los que destaca el vino y toda la cultura que en torno a él se desarrolla.

Una mirada somera nos indica que aquí hay vida, cultura, historia y recursos para la vida buena. Quizá falte dar con el modo de poner todo lo que hay, que es mucho, en la nueva economía, de manera que permita a gente con iniciativa emprender proyectos de futuro. Que permitan el mantenimiento de un territorio concejil original, extremadamente montañoso y aislado, que ha sobrevivido a muchos ciclos de sucesivas modernidades y que aporta a la región diversidad y personalidad.

San Antolín tiene el Sol, atractivos y maneras de villa mayor

Si Ibias trata hace años de difundir su atractivo y soleado clima veraniego, como diferencia y reclamo en una región de verano cambiante e inseguro, San Antolín aporta el pequeño cogollo de casas, tiendas y establecimientos del Sol, que domina el valle del río Ibias y el barrio del Fondal. Al Sol se arriman plaza, iglesia, Ayuntamiento y una estructura comercial que fue más importante y que aguanta contra el descenso de residentes. Tiene San Antolín maneras de villa mayor y atractivos para hacer valer su Sol y su agradable pasar, si afirma su posición en el mapa regional y en el de los territorios rurales que apuestan por el futuro.

FUENTE: La Nueva España

domingo, 3 de julio de 2011

Al Sur siempre despeja

La villa ibiense se rebela contra su historia de orfandad y aislamiento, lamenta la falta de un «proyecto global» en los planes de desarrollo y busca el rumbo y la confianza en la certeza de que tiene muchos recursos sin explotar.


Colgada en el escaparate, entre varias vajillas, un robot de cocina, botellas de licores artesanos, una regadera y pallozas y brujas para llevar de recuerdo, se vende una camiseta roja con una leyenda desafiante. «Piérdete». La sugerencia, serigrafiada encima del topónimo de San Antolín de Ibias, suena a provocación cuando se formula desde la avenida Aurelio Menéndez, el centro de esta villa que se duele precisamente de haber estado mucho tiempo perdida. Perdida es un concepto mental además de geográfico en este lugar parapetado entre montañas, históricamente difícil de encontrar en su esquina inferior izquierda del mapa de Asturias, pero oculto también, o sobre todo, por ignorado y abandonado a su suerte. El aislamiento ya no es lo que era en esta capital que se ha acercado a menos de dos horas del corazón del Principado, pero en San Antolín e Ibias es peor el peaje de la lejanía psicológica, el olvido eterno de las periferias arrinconadas, con recursos reales, pero «invisibles».

El vecino que siente que «no saben dónde estamos» recela de los que no son capaces de ubicar esto desde fuera, pero también de los que no valoran desde dentro las posibilidades de esta villa viva y tenaz a la que la geografía y la historia han acostumbrado al esfuerzo, a la resistencia y a saber que aunque llueva en el resto de Asturias en esta zona del Suroccidente siempre acaba por salir el sol. La capital ibiense se ve perdida por falta de ayuda para encontrar el rumbo, camuflada bajo el desinterés y la falta de atención de las administraciones, pero impregnada a la vez del espíritu de rebelión solitaria contra el destino que le reconoce una placa plantada en la plaza del Ayuntamiento.

La inscripción, blanco sobre negro, bien visible entre el edificio consistorial y la iglesia, recuerda que Ibias mereció el premio «Príncipe de Asturias» al Pueblo Ejemplar en octubre de 1999 por haber tenido ya entonces «la sensibilidad y el acierto de vencer una inercia de aislamiento geográfico y social y de crear una dinámica de comunicación y apertura al progreso sin perder por ello sus tradiciones y formas de vida y convivencia».Físicamente escondida entre montañas, la capital ibiense se revuelve replegada hacia una loma para coger perspectiva, mirando a prudente distancia el soto del río cristalino que lleva el nombre de su concejo y, al otear, echando de menos un rumbo fijo, un objetivo, «un proyecto global», «un plan integral de desarrollo rural» que reinvierta el sentido de este territorio «abandonado en los últimos treinta años».

Visitación Blanco, ibiense de ida y vuelta, maestra orgullosa de haber criado a sus tres hijas en este entorno rural distinto donde «el pueblo educa» y los niños salen de casa sin las llaves, dirige el centro educativo Aurelio Menéndez, cuarenta trabajadores, 28 profesores y 71 alumnos para ser casi la mayor empresa de la villa y en más de un sentido el corazón de su vida social y cultural. Ella encuentra varias maneras de decir lo mismo, que la historia minera dejó aquí fondos para «actuaciones parciales, puntuales, esporádicas, pero no un plan que lo configurara todo ni un objetivo único», y que por eso este lugar todavía busca su sitio y tiene mucha obra pendiente para oponerse al retroceso de la población que se propaga como el «cáncer del Suroccidente». Sebastián Marín, secretario del club de tiro El Sillón de Ibias, ha vivido antes en Illano y Pesoz, así que sabe de lo que habla. San Antolín tenía 359 habitantes en 2000 y 338 en 2010, aunque gracias al poder de atracción de sus servicios de pequeña villa semiurbana el contador del despoblamiento descuenta gente con más lentitud aquí que en el resto de su concejo. Ibias inauguró el siglo con bastantes más de 2.000 moradores y ha cerrado la primera década con alguno menos de 1.700, la cota más menguada de su historia.

El problema demográfico salta a la vista además en la «pirámide invertida» de la población envejecida, añade Blanco. El índice de envejecimiento del concejo ya duplicaba en 2007 el global de Asturias y también por eso este momento tiene pinta aquí de «etapa de incertidumbre», de encrucijada donde «intentar saber hacia dónde nos dirigimos». Renquea la economía agraria tradicional que aquí tuvo en su día la ayuda de las minas para remolcar el pasado de la villa y ahora la primera gran tarea pendiente pide buscar la fórmula para «fijar población joven que dé ambiente al municipio». La pregunta por el cómo es «la del millón».Julio de Cangas es el único de su familia que no ha nacido en Ibias y el único que pretende regresar, recorrer a contracorriente los caminos demasiado transitados del éxodo rural.

Ha vuelto desde Oviedo para abrir en Cecos, a apenas tres kilómetros de la villa capital, un hotel rural con restaurante, con un centro de interpretación de la naturaleza y las minas romanas de oro del concejo y los cinco puestos de trabajo que anuncia la oferta de empleo pegada en la cristalera del Ayuntamiento. «Los amigos me dicen que estoy loco». La frase reincide sobre el obstáculo más difícil de franquear desde siempre en San Antolín, las distintas formulaciones de esa distancia mental que ahora no casa con la física ni repara, apunta De Cangas, en que sus amigos «tardan menos de dos horas sin correr, lo mismo que pueden emplear en ir un domingo a comer a Panes o a Arenas de Cabrales, por ejemplo. O a Santander, a Ribadeo, a Taramundi, algo menos que a los Oscos...».

La apuesta por el turismo rural es su forma, una de tantas, de enseñar a saber que existe Ibias, de rebajar la barrera mental que impone el Pozo de las Mujeres Muertas y de hacer lo que pedía el eslogan en la camiseta del escaparate, invitar a perderse aquí para intentar que esta villa y su concejo encuentren el camino hacia su futuro. Julio de Cangas habla de iniciativas imitables, singulares, que «hacen que te conozcan», como los «parques de bicicletas» de Lérida, con sus «pistas marcadas por colores según su dificultad, igual que en las estaciones de esquí», o el «parque de la aventura» de Palencia, que organiza diversos recorridos en contacto íntimo con la naturaleza...En Ibias, el Aula de la Naturaleza es un edificio nuevo junto a una palloza tradicional recuperada al otro lado del río y aquí Mayi Colubi pone de su parte: delante de un gran mapa de la comarca suroccidental hace ver a las visitas de hoy, Beatriz Marijuán y Tina Barrero, asturiana y burgalesa, que Muniellos está aquí y es «el bosque más grande de Europa con poblamiento». Ahora hay esas dos visitantes, el mes de mayo se cerró con 147 y junio frisaba los doscientos antes de terminar. El turismo es una de las alternativas por explotar, una invitación a perderse para encontrarse que debería funcionar, sigue el empresario, en este trozo del territorio de la vida tranquila con muchas posibilidades precisamente por su ubicación dentro del paraíso natural más desconocido y menos explotado de Asturias.

Surge de ahí una posibilidad de hacer de la necesidad virtud, de sacarle provecho al aislamiento histórico aunque para conseguirlo se plantee el laborioso trabajo previo de hacer saber, otra vez, que esto existe y que «aquí tienes la mitad de la reserva de Muniellos, el parque natural y osos, urogallos, venados, rebecos...». Alguien se queja de que el nombre oficial del parque natural lleva Ibias en tercer lugar, detrás de «las Fuentes del Narcea y Degaña», y de que su logotipo incluso ignora esto y no dice más que «Fuentes del Narcea».Por ahí va cuesta arriba la ruta para reubicarse en el mapa turístico del Principado. Así resucita la incómoda sensación conocida de que todo es más difícil en Ibias, pero el retraso en la carrera por captar la atención del turista rural y la evidencia geográfica del aislamiento -«no estamos de paso hacia ninguna parte»-, no debe hacer perder de vista lo mucho que cabe en el escaparate. «Queremos aprovechar la caza, utilizar nuestro río muy truchero que ya no está hecho una cloaca por los vertidos de las minas, abrir una ruta del alto del Connio a Valdebueyes -uno de los dos únicos pueblos dentro de Muniellos-, otra por los vestigios de antiguas minas de oro romanas, explotar nuestra parte del embalse de Salime, el aula de la escuela rural en el colegio...».

El nuevo alcalde de Ibias, José Ron, de Foro Asturias, acaba de acomodarse en el despacho con la certeza de que «Aceralia no se va a instalar aquí, ni falta que hace, así que debemos explotar lo que tenemos, lo que nos da la naturaleza y, sobre todo, lo que no tiene el resto de Asturias: el sol». Aquí también es un valor este sol que al mediodía cae a plomo y vacía la avenida Aurelio Menéndez, la de los bares y los servicios, la que traspasa en llano la villa empinada transformando en travesía urbana la carretera AS-210 y va camino por un lado de Lugo y por el otro de León por Degaña.

Aquí el sol forma parte de la evidencia comercializable porque hoy hay nubes al otro lado del Pozo de las Mujeres Muertas y hasta quiere orbayar en Cangas del Narcea. «El Sol» se llama un barrio de San Antolín y «El sol de Asturias» es el eslogan turístico del único concejo asturiano que tiene frontera a la vez con el clima seco de Lugo y León. Carla y Jairo López asienten mientras inauguran la temporada de baños en la piscina de la capital ibiense, con un manguito en cada brazo y vigilados por su padre, José Ramón. Es su primer día en la pileta, que está junto al cauce limpio del río Ibias, integrada en el entorno con los setos que la cierran y recibiendo de lleno, en el fondo del valle que ocupa San Antolín, todos los rayos de sol del concejo que presume de ser el asturiano que acumula al año más horas de cielos despejados.

Contra la huida de brazos jóvenes y de mentes capaces que afea el futuro de su villa y su concejo, el alcalde de Ibias sabe que va a necesitar empleo y servicios. Entre otros los que puede proporcionar un proyecto de polígono industrial para que se establezcan algunas pequeñas empresas y «dejemos de depender de fuera para todo lo básico: el electricista, el fontanero?». José Ron plantea reubicar el área empresarial con respecto a los planes iniciales, que planteaban problemas de incompatibilidad arqueológica con una explotación romana, y hacerlo en el acceso de San Antolín entrando desde Cangas del Narcea.El vino bueno de Cangas se hace en parte con la uva de Ibias, apuntan aquí. Por eso aprovechar ese potencial equivale también a reorientar la formación que se imparte en San Antolín, especializándola en aquello que puede dar el entorno y haciendo caso a la petición del centro educativo, que lleva años reclamando un módulo de enotecnia.San Antolín asienta su caserío encima de lo que fue una antigua mina de oro romana y en el entorno hay muchas otras.

Ayuntamiento se ha puesto en contacto con la Universidad para tratar de valorar el tesoro y tratar de convertir en foco de rentabilidad turística «lo que nos ha dado el aislamiento», su cara agradable, «la suerte de que la civilización no haya corrido aquí tanto como en otras partes», apunta Ron. Puede que la mejora esencial de los accesos a San Antolín desde el centro de Asturias por el Pozo de las Mujeres Muertas haya llegado tarde, afirma Visitación Blanco, directora del centro educativo ibiense, pero además «todavía faltan dos enlaces básicos, hacia Los Ancares y Fonsagrada», apunta.

Las comarcas lucenses «están bien comunicadas con todos los concejos limítrofes, excepto con Ibias, que ni siquiera aparece en los letreros».La educación es un valor en este lugar donde el primer cruce nada más entrar desde Cangas del Narcea dirige a la izquierda hacia el centro educativo Aurelio Menéndez. Además de su labor pedagógica y aglutinadora de la vida social del municipio, el colegio, que lleva el nombre del excelso jurista de origen ibiense, ex ministro de Educación y premio «Príncipe de Asturias» de Ciencias Sociales, puede integrarse en su oferta cultural de dimensión turística. Tiene un Aula de la Escuela Rural «preciosa» que «no se está explotando», dice el Alcalde, y cuya apertura se espera para este verano.

*Texto sacado de la Nueva España.es
Autor: Marcos Palicio