domingo, 13 de octubre de 2013

Un traje nuevo para Santa María

Lloraría si pudiera la Santa María de Luiña, al verse enclaustrada entre barrotes sin escuchar los rezos y plegarias de sus fieles. La decisión de la iglesia ha cerrado las puertas a esta centenaria capilla ubicada a la orilla del rio que la lleva por nombre y en la que en tiempos de bonanza demográfica y escasez de pesetas, casaba parejas, bautizaba niños, acogía comuniones y ofrecía la oración una vez por semana.   


Emblema del pueblo de Luiña, su gran capilla y santa son el orgullo de todos ellos. Destaca su centenario presbiterio de gran tamaño y su espadaña, que pese a no ser estéticamente agraciada, cuelga de ella una de las campanas originales de la capilla


Su interior perfectamente encalado, tiene una estructura simple, sin grandes retablos que engrandezcan la estancia ni comodidades. La capilla de Luiña se ha estancado en el tiempo para seguir ofreciendo prácticamente la imagen que tenía cuando se levantó. 


Porta en su interior dos imágenes centenarias. Santa María, patrona del lugar cuya festividad se celebraba por todo lo alto el 3 de septiembre y San Pedro que aguanta el pobre como puede el quite de los años y las polillas. 


Sin embargo, la verdadera joya de la capilla está escondida dentro de un sagrario. Se trata de un cáliz de plata donado en 1719 por el señor Don Francisco de Ron Ybias, señor de las Casas, Mayorazgos, Cotos y Jurisdicción de ambos apellidos. 


Pese a estar cerrada en la actualidad, la capilla de Luiña sigue siendo lugar de peregrinación y culto dentro de la parroquia de Tormaleo. No importa que el recinto cuente tan solo con la luz natural que le proporciona un pequeño ventanuco abierto en su parte alta, pues como siempre os digo, la magia de las cosas está en los pequeños detalles. 


Y entre esos pequeños detalles está la limpieza del recinto. Sin nadie que lo haga, son las propias vecinas quien trapo en mano y mucho mimo, barren el suelo empedrado, quitan el polvo de los bancos, repasan las telas de araña y se encargan de poner guapa a la Santa Maria. 


No importa si hay que retocar unos desgastados ojos, pintar labios, mejorar el color de la patrona de Luiña o hacerle un traje nuevo. ¿Quién para la fe de estas luchadoras mujeres? 


Debería quedar más gente que sintiera la tierra como propia y luchara para mantener, cuidar y valorar todos estos monumentos que con su esfuerzo, nos regalaron nuestros antepasados y que muchos de nosotros no sabemos valorar. Un pueblo que solo mira por el interés propio, deja de ser pueblo. Fomentemos la unión entre gentes para recuperar con pequeñas acciones lo que un buen día legaremos a nuestro futuro... 

3 comentarios:

Manolo dijo...

Muchas gracias a estas 5 mujeres por su dedicacion por conservar nuestro patrimonio ajala huviera muchas como ellas,unque estoy del otro lado del charco les mando un abrazo a todas ellas,gracias paisanas por conservar nuestro pasado

Manolo dijo...

Muchas gracias a estas 5 mujeres por su dedicacion por conservar nuestro patrimonio ajala huviera muchas como ellas,unque estoy del otro lado del charco les mando un abrazo a todas ellas,gracias paisanas por conservar nuestro pasado

Aladino dijo...

¿De quién es la iglesia de luiña?.
No es la primera vez que pasa que los vecinos se encuentran que la propiedad es de la Diócesis, cuando creian que era de los vecinos.
De todas formas la labor que hacen en Luiña me recuerda los trabajos comunitarios que se hacian en los pueblos para arreglar caminos, fuentes, puentes, etc..
Animo y que no paren ahí.
Saludos.