Caboalles de Arriba está de enhorabuena. Manuel Pardo Niño, uno de los mineros más longevos del pueblo, recibirá el homenaje de sus paisanos el próximo día 4 de diciembre, coincidiendo, como no podía ser de otra manera, con la festividad de santa Barbara, patrona de tan dura profesión.

Manuel Pardo nació hace 84 años en un pueblo perteneciente al municipio asturiano de San Antolín de Ibias aunque, siendo todavía muy joven, con 20 años llegó a Caboalles de Arriba, para dos años más tarde comenzar a trabajar en el grupo minero Paulina del valle de Laciana.
Una vida dedicada a la mina. Dentro de los oficios que desempeño en la mina, se encontraba vagonero, así empezó, ayudante de entibador y finalmente entibador. En el año 1956 dejó la mina para dedicarse a una panadería que tuvo en Caboalles de Arriba, aunque tiempo después, con 49 años, la mina volvió a llamarle. Trabajo que compaginaba con el de panadero, hasta que a los 61 años dijó adiós a las excavaciones con una merecida jubilación. Por aquel entonces ya era entibador. Manuel Pardo, minero de vocación y corazón, comentó que prefería trabajar en la mina antes que en la panadería «es un trabajo muy duro el de hacer pan, te tienes que levantar a las dos y las tres de la madrugada para trabajar», explicó Pardo.
A día de hoy, y disfrutando de la merecida tranquilidad, el homenajeado tiene cuatro hijos, de los cuales dos también fueron mineros en el grupo Paulina de Caboalles de Arriba, ocho nietos y un bisnieto.
Recuerda los accidentes que sufrió en la mina, «aunque sólo perdí dos dedos de una mano, ya fue bastante». El homenaje, a este minero y también panadero será el próximo día 4 de diciembre. Comenzará con una misa a las 13.00 horas y a continuación se hará entrega de un diploma y una lámpara de mina, la cual cede la Fundación Laboral Santa Bárbara, de Caboalles de Arriba. El broche final lo pondrá una traca de fuegos artificiales y un pincho marcará el comienzo de la fiesta para todos los asistentes.
Fuente: El diario de León.es
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Intento describir con palabras las sensaciones que tiene un minero cada día cuando deja su vida fuera para entrar en la mina, y no me salen. Imagino su templanza, su cabeza fría y el miedo convertido en valentía al dar el paso a la oscuridad.
Hay que reconocer de dónde venimos, sentirse orgullosos de lo que somos y reconocer nuestra vida, ligada a la minería. Somos hijos, nietos, sobrinos de unos mineros que toda la vida han templado con el miedo, han perdido a compañeros de trabajo y en el peor de los casos han pagado el error con su propia vida. La palabra minero infunde un respeto, un respeto muy grande en Ibias, en ocasiones mancillado por la ignorancia de aquellos que no saben distinguir entre trabajador y trabajo.
Mucho valor hay que tener para entrar todos los días a un agujero y jugarte tú vida y la de todos los demás ante la más mínima distracción. Hay que saber de lo que se habla y saber separar lo que es un trabajador que está a las ordenes de un empresario que toma decisiones, a veces poco acertadas, que afectan de cerca los intereses de un concejo y a sus propios intereses pues a nadie nos gusta cambiar nuestro lugar de trabajo, pero cuando la única opción es la calle, aceptas lo que sea.
Respeto pido a todo aquel que hable, pues soy hijo de minero, nieto de minero y hermano de minero y siento, porque lo he vivido de cerca, el sudor frío que se tiene cuando puedes perder a una persona querida.

Mi más profundo respeto a todos los trabajadores del carbón y vaya con estas letras también mi homenaje, porque aunque algunos se avergüencen y empeñen en no ver a Ibias como tierra minera, (no hay más ciego que aquél que no quiere ver) habéis sido y siempre seréis el motor económico de esta maltrecha tierra, castigada por las malas formas en la extracción y las pocas medidas de control adoptadas por muchos de los que hoy lloran, no por el fruto de vuestro trabajo.
No se puede vender el río al diablo justificando su suciedad con puestos de trabajo y pretender recuperarlo ahora que ya no los hay. Culpad, si tenéis que hacerlo o queréis, a todas aquellas personas que firmaron y aceptaron la desgracia que hoy vivimos pensando que con tanto kilómetro de por medio el carbón no les iba a afectar.
Cabeza bien alta y sentiros orgullosos de lo que sois.... MINEROS