Balouta: el paraíso de los Ancares

Después de mostraros en cada reportaje que realizo la gran belleza que guarda Ibias en sus adentros, hoy vamos a dar un salto, vamos a cruzar la montaña y dejarnos seducir por territorios vecinos.

No podía ser otra aldea, por lo menos no otra que albergara tanta riqueza natural, tanta tradición grabada y guardada a lo largo de los años y tanto encanto que a modo de tranquilidad y buen vivir ofrece a todo aquel que sabiamente decide recorrer aunque sea solo por un día sus entrañas.

Recorrer Balouta significa detener el reloj, volver al pasado dejándote seducir por calles empedradas portadoras de misterios, casas tradicionales que guardan toda la esencia de esa aldea que sigue teniendo vida y personalidad, gentes, amables, cercanas, cálidas que llevan escrita la palabra hospitalidad en sus frentes.

¿Qué sería Balouta sin estos teitados? Son los que le dan vida, luz propia para brillar en una región, la de los Ancares que como muchas otras de Asturias o Galicia, se resiste a dejarse vencer por el más que temido fantasma de la despoblación.

Allá por donde vayas aparecerá un Hórreo o una Palloza, realizada con el mimo de esas manos artesanales que tan sabiamente sabían entrelazar el trigo que permitía a los aldeanos tener esa protección en los duros inviernos, y es que situada a 1100 metros de altitud, Balouta se presenta como una fría opción a la hora de elegir destino. No es difícil encontrarla incomunicada varias veces en el año e incluso alguna vez, la nieve podía llegar a contarse por metros.

A veces, la mano y sobre todo las ideas del hombre son crueles y desembocan en acciones tan nefastas como este improvisado techo de chapa que ensombrece, pero poco, la imagen de las otras Pallozas que como verdaderas campeonas y gracias al mimo de sus actuales propietarios, resisten victoriosas el paso del tiempo.

No todo es malo, Balouta puede presumir de tener unos vecinos muy respetuosos con la imagen de la aldea, todas y cada una de las casas de la misma lucen una imagen que nada tiene que envidiar a sus antiguas hermanas las pallozas. Empedramientos en las fachadas les dan una apariencia más rustica a la par que bonita. Un verdadero lujo poder pasear por esta aldea y contemplar que ninguna casa "choca" a la vista, ninguna sobresale ni destaca del resto de las demás formando una imagen idílica.

¿Y qué me decís de su iglesia? Es impresionante el grado de conservación que tiene. Para sus aldeanos la iglesia es un lugar de culto, de fiesta, de celebración, un proyecto común que sus antepasados levantaron, sus padres mantuvieron y los vecinos actuales heredaron.

Cuenta en su interior con un pequeño retablo que es el principal atractivo de esta pequeña iglesia. No le falta detalle, ni por supuesto adornos que tan gustosamente van poniendo sus orgullosos vecinos.

Hasta ahora hemos hablado de las Pallozas, de los Hórreos, de la iglesia y de sus gentes, pero.... ¿Qué sería Balouta sin su parador?

Yo, desde que tengo uso de razón siempre lo he visto ahí, ofreciendo una magnifica estructura de piedra por fuera y toda esa calidez y buen trato que sólo sus dueños pueden ofrecer en su interior.

Los de Tormaleo estamos encantados con el parador, no es nada raro encontrarnos por él disfrutando de un magnifico churrasco, eso sí, en compañía de toda la familia.

El centro de turismo rural Miravalles es el alojamiento perfecto para disfrutar de unos días de relax. Tiene capacidad para 24 personas, 10 habitaciones dobles con 4 camas supletorias, aseguran el descanso de aquellos que sabiamente lo eligen para pasar unas relajadas vacaciones.

Ya lo dice el dicho.... ¡¡ de Balouta al cielo y de mala gana!!