domingo, 14 de octubre de 2012

Pasando la tarde por Cadagayoso

Uno cuando se va a vivir a las ciudades pierde la paz que supone el caminar por una pequeña aldea en la que apenas hay ruido y dónde el tiempo es más largo y aprovechable. Hay tanto que ver en tan poco, que la mente se colapsa y no es capaz de digerir la explosión de sentidos


Yo que soy de un pueblín pequeño de la parroquia de Tormaleo y sufro a diario la velocidad de los días inmerso en el ritmo frenético de una ciudad que me quita años de vida, sé muy bien de lo que hablo. En el pueblo, todo huele mejor y se ve más bonito, todo tiene más color y más vida, es el volver a casa y sentirse como en ella. Vosotros que también lo sois compartiréis mi sentir y mi "adicción" a la palabra Ibias, con todo lo que ello conlleva. 


Este verano, como en otras ocasiones volví a coger el petate y desenfundar la cámara de fotos para visitar mis pueblos y para mostrarlos con orgullo a todo aquel que los quiera ver. Mi primera parada fue Cadagayoso y he de reconocer que me dejé caer  por él más por su chocante nombre que por sus referencias. Fue fácil, tan solo tuve que coger mi coche y estrenar el firme y la anchura de la A-212, andar por ella unos rápidos 20 kilómetros hasta llegar a un desvío que marcaba el lugar que quería conocer.


700 metros cerrados al sol por una frondosa hilera de pinos y una aceptable pista me pusieron de pleno en la Cadagayoso. Dirigí mi coche al medio del pueblo y en una especie de división de caminos que hace la vez de plaza le di vuelta y aparqué. Un puñado de casas, no más de siete, me dieron la bienvenida mientras que los vecinos, algo escasos, desconfiaban de la novedad


Anduve unos metros hasta darme de bruces con el primer elemento único por aquello de la singularidad. Ocho pegollos alineados sostenían un alero holgado en belleza y escondían tras él una preciosa panera. La casa de espaciosas dimensiones que guarda este tesorín singular en Ibias es la de Ancares, que pese a estar destinada a segunda vivienda, a mi parecer, está perfectamente cuidada. 


Iba yo disfrutando visualmente por la aldea y parece que las joyas se iban terciando para que les pasara revista. No me costó mucho tiempo ni sudor llegar al siguiente objetivo de mi cámara: La panera de casa del Blanco, que no se por qué, pero me recordó a la de mi amigo Rigueras de Taladrid. Ocho pegollos, aguantan el peso de una estructura robusta y atípica para este tipo de paneras. Luce y mucho, pidiendo protagonismo dentro del pueblo de Cadagalloso


Esta aldea de no más de siete casas y ocho vecinos censados, tiene un saldo de tres paneras y una casa, la de Rafael, esta que veis en la fotografía, que a mí me impresionó por sus enormes dimensiones. Perteneció a cuatro hermanos que se molestaron por cuidarla hasta el último momento. Uno de ellos, Avelino llevó por bandera el título de inventor, pues su soñadora imaginación dio a luz una máquina para deshacer los erizos de las castañas. 


Fernando, argentino de nacimiento pero ibiense de corazón es uno de los descendientes de esta saga. Desde  tierras lejanas pone su mejor empeño para devolver el aspecto que algún día debió de tener esta maravillosa casona.  Ha empezado por rehabilitar una pequeña cabaña justo encima de Cecos pero su ferviente sentimiento le hace no querer ver en el suelo esta maravilla, a ver si algún día consigue darle otra vez el color que siempre debió tener...


Situado en la base de una montaña a unos 340 metros de altitud, ya pensaba yo que iba a ser uno de los pocos que no iba a tener vistas dentro del concejo de Ibias, pero está claro que dejé de pensarlo en cuanto vi a sus pies otro de los grandes pedestales patrimoniales de Ibias: El palacio de Ron. Ingenuo de mí, creía que no tenían vistas y resulta que tenían vigilao bien de cerca a uno de los señores de la tierra de Ibias...


Marché con buen sabor de boca y tachando de mi lista de pueblos sin conocer otro de los que forman el conjunto de los de Ibias. Despediré el reportaje con una frase que me dijo una paisana de San Roman cuando fui a verles el pueblo y me despedí  pa marchar: "Corre nenin corre que pa saber hay que leer ya andar"

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo se bien Angel cuando vuelvo a Ibias vuelvo a vivir aunque sea por pocos dias ya estoy cansado de la ciudad naticias malas asesinatos robos politicos malos los cochces que largan humo y intosican bocinazos ,en Ibias no tenes nada de eso te desenchufas de todo y despues con el rencuetro con la familia y los amigos y los vecinos esto de ir a Ibias no lo cambio por nada del mundo aunque sea los 10.mil km que me separan.Viva mi tierra Ibias
MANOLO

Anónimo dijo...

jajajaja.pero bueno Angel. ¿y dónde estaba yo ese día? eso se avisa hombre! Ahora ya no somos cinco sino ocho los vecinos, hemos crecido mucho. Me hubiese gustado mucho hacerte de gía. A ver si la próxima. un beso y muchas gracias por el precioso reportaje. Ana Alvarez

Ángel Fernández dijo...

Pero bueno Ana ¿Eres de cadagayoso? debí de ser el único fa... que no lo sabía. Me hubiera encantado que me hicieras de guía, seguro que este reportaje esstaría mucho más completito. Enhorabuena por esa ampliación de población, en estos tiempos que corren no veas si es importante.

Tu nos lo puedes decir bien... ¿De quién es esa casa tan grande que hay en Cadagayoso? Me impresionó muchísimo... ¿Era una casa normal o era alguna casona de algún Señor?

Cuídate mucho y gracias por la calificación. Si consideras que puedes ampliar la información yo contentísimo de que lo hagas...

Un saludo

PAÑEDA dijo...

El nombre de Cadagayoso lo explica García Arias como... cosa poseida+de+nombre de posesor; lo cual nos da "casa de gaudiosus". Salud.

Anónimo dijo...

Es la casa de Rafael, era el sueño de Manuel y Avelino los mentores de esa obra semifaraonica, aunque inconclusa.

Anónimo dijo...

En Cadagayoso hay las siguientes casas la de Ancares, la del Blanco, la de Rafael, la del Niño y la nueva de Suso.

El chapras dijo...

Un pueblo precioso, la verdad,y yo pasando miles de veces por la carretera de Cecos y nunca se me ocurrió ir a verlo,no tengo perdón.

Anónimo dijo...

La casa grande es la de Rafael, no vive nadie en ella, el último morador fue Avelino, gran inventor, inventó una máquina para deshacer los erizos de las castaña "orizos". Ahora solo queda un sobrino que vive en Argentina y arregló la cabaña que hay debajo del pueblo.

Anónimo dijo...

¡Qué ganas de volver! Siempre se está bien en Cadagayoso.

Manolo dijo...

Como te estraño Ibias y eso que hace 2 meses que vine,su naturaleza su aire puro sus gentes

Anónimo dijo...

Ampliaste el reportaje, ya veo que has tomado buena nota de los apuntes que te ha ido dando.

Ángel Fernández dijo...

Si claro, es importante corregir los datos que uno no tiene o no sabe, y que sabiamente y con cariño le proporcionan para mejorar el reportaje.

¡¡¡Gracias a tod@s por vuestras aportaciones!!!

Pablo dijo...

¡Veo que Cadagayoso tiene tirón!Todo un desconocido...


Saludos.