sábado, 20 de marzo de 2010

Los recuerdos que vuelven

Estaba en Vegadeo cuando me enteré de que iba destinada a Luiña. Una amiga se ofreció para llevarme en el mes de Junio, antes de que tuviese que incorporarme en el mes de Septiembre. A medida que íbamos subiendo las montañas de los Oscos, me preguntaba a mi misma cómo sería aquel lugar sin mar. Al llegar a Rio de Porcos seguimos y seguimos, pensaba que no llegaríamos nunca; estaba lejísimos. Las estrechas carreteras no hacían nada más que eses y no veía el momento de llegar.

Por fin, la capital del municipio se presentó ante nosotros: San Antolin de Ibias. Un pueblo limpio, con su iglesia dando la bienvenida y rodeado de montañas. Al llegar allí preguntamos como continuar, una vez que fuimos informados, retomamos el viaje por una carretera bien asfaltada y de anchura aceptable.



La sorpresa llegó una vez pasado el pueblo de Cecos, nos teníamos que desviar y seguir por otro vial. Esta vez era carretera de montaña pura y dura, estrecha, muy estrecha (apenas caben dos camiones a la par), serpenteante y subiendo. Son 25 kilómetros pero parecen 50 puesto que se tardan 45 minutos en recorrerlos. Menos mal que íbamos por la parte interna, tocando la ladera porque los que venían de frente tenían a su derecha un precipicio de al menos 500 metros. Decían que abajo había un río, yo nunca lo vi. Después de muchas curvas, de pitar muchas veces en ellas, de subir y subir, llegamos. Me quedé estupefacta. Viendo la carretera que habíamos sufrido, pensaba encontrarme con un pueblo remoto, arcaico y abandonado, sin embargo me topé con todo lo contrario: un pueblo de múltiples casas modernas, amplias, asentado en un amplio valle muy luminoso y siempre bajo la vigilancia del gigante Miravalles. Vimos las distintas minas y enseguida comprendí que me encontraba en el motor económico del municipio.
Entonces me di cuenta de que no comprendía nada. ¿Cómo es posible que siendo un lugar tan importante para el Ayuntamiento, este no estaba enlazado con aquel con una buena vía? ¿Cómo podía permitir eso el Ayuntamiento? ¿Por qué no hacía nada? ¿Por qué no proporcionaba a sus contribuyentes una carretera digna del siglo XX y no de la Edad Media?



No sé cómo estará hoy, sólo espero que hayan entrado en razón y adecuaran ese vial a uno del siglo XXI.

Sin embargo, tenía esperanza de que la carretera que une Luiña con Oviedo estuviese mejor. Pues no, desde allí hasta Degaña estaba aún peor en cuanto a calzada se refiere. Sí, todo era bajar, pero además había que esquivar los baches. Vamos que, parecía que íbamos a un Cross. También deseo que esa que une el municipio con la capital del Principado esté digna del siglo XXI.



Mi experiencia como docente en el colegio público San Jorge de Luiña fue muy enriquecedora. Era la primera vez que trabajaba con niños/as de primaria ya que hasta ese momento, había trabajado con adultos. Me resultó especialmente difícil adaptarme a que los alumnos estuviesen agrupados por ciclos y no por niveles. Eso suponía un doble esfuerzo, puesto que hay que dar la misma asignatura a dos niveles en la mitad de tiempo. Afortunadamente me encontré con niños/as muy buenos, nada conflictivos y que me llamaban "se". También tuve la gran suerte de llevarme bien con los compañeros/as y eso facilita mucho la labor así como los padres y madres siempre dispuestos a ayudar y trabajar. Los medios no eran gran cosa, la biblioteca estaba un poco pobre, necesitaba un reciclaje y nuevas incorporaciones que si se hicieron, como la colección de " Los Cinco" de la escritora Enid Blyton. El gimnasio también necesitaba una reforma puesto que el clima no ayudaba a que se realizaran las actividades al aire libre. Aprendí muchísimo en ese colegio, me ayudó a crecer como docente.



Como dije anteriormente el clima es un poco extremo. Los inviernos son muy fríos y los veranos muy cálidos. Lo peor del invierno era quedar aislado por la nieve, menos mal que los camiones de la mina abrían paso. Los veranos suponían un gran esfuerzo para mí, no sólo por las altas temperaturas que no soporto, sino por que sufro de fiebre del heno. La hierba que los lugareños cortaban en el mes de junio se convertía en una auténtica tortura porque me activaban la alergia a límites nunca antes sufridos.



Pese a ser un clima extremo sus gentes son todo lo contrario, amables, cálidas y familiares. Siempre me saludaban sin conocerme de nada, hecho que me sorprendió mucho como urbanita que soy, puesto que en las ciudades sólo saludamos a los conocidos y, a veces, ni eso.



Aprendí mucho sobre el mundo de las minas. Antes de ir allí, una mina era un lugar subterráneo dónde los mineros sacaban carbón, pero en Tormaleo descubrí las minas a cielo abierto. Nunca pensé que se fuera a sacar carbón por arriba.



Sin duda una etapa inolvidable de mi vida a la que guardo añoranza, recuerdo y una gran alegría cada vez que viene a mi memoria dicho lugar.

5 comentarios:

Ángel Fernández dijo...

Muchísimas gracias a esta gran profesora que tan amablemente nos relata su primer contacto con el pueblo hace más de 15 años. Qué pequeños éramos todos, a mí incluso me dió clase.

Muy querida para muchos de nosotros, hoy imparte clases en Galicia pero no olvida el que fue su primer contacto con los niños de primaria.

¡Muchas gracias por el relato!

Sr. Hessen dijo...

Comparto muchas cosas con esti artículu, llegé per otru llau al Luiña (dende Degaña), nun tengo enfermedá,..., pero del restu, siéntome identificáu,..., ¡qué suerte!, los tiempos cambian pero las sensaciones caltiénense.

El chapras dijo...

Quiza cuando vuelva,no tenga nada mas que aprender de la vida en la mina,por que ya no habra mina de la que aprender,y a lo mejor tampoco gente a la que preguntar,por que ya no quedara nadie.Una lastima.

Ana Alvarez dijo...

La vida del interino es así, un día estás aquí y otro en la otra punta del Principado, hay que adaptarse a costumbres, habla y personas. Ahora, tenemos coches, y libertad para movernos pero me gustaría hacer un homenaje a todos esos maestros que llegaban a los pueblos como Alguerdo, Peneda, etc. ... hace 30 años. Se instalaban en la escuela y no salían de allí teniendo como compañía a sus alumnos y los familiares de estos. ¡Eso era tener vocación!. Besos para todos

Changli dijo...

very interesting photos!