
Enclavado entre montañas y con un paisaje privilegiado cuenta con esa magia que muchos otros parajes no pueden ofrecer.
Us cunqueirus vansi, vansi
as cunqueiras choran, choran
ay! di mi tristi aburrida
cun con vou durmir agora
Para comerciar fuera de sus tierras y hablar entre ellos, se inventaron una jerga llamada tixileiro, de tixela o escudilla que sólo entendían ellos y que les permitía no compartir con nadie lo que decían.
Las personas que no se dedicaban a trabajar la madera artesanalmente con el torno, comerciaban con mantas, iban a comprarlas al Val de San Lorenzo y las vendían por los pueblos. Hasta nuestros días han llegado vendedores como Domingo del Bao, que recorría la Parroquia al principio con un burro y luego a pie vendiendo casa por casa el género del que disponía.
El Bao como la mayoría de pueblos de Ibias, cuenta con pocos habitantes en la actualidad, está formado por unas 30 o 40 casas, la mayoría de ellas tan sólo habitadas en verano por personas que viven en otras regiones pero que jamás olvidarán el pueblo que les vio nacer.
El Bao junto con el Corralín pertenecen a la parroquia de Santa María de Sisterna aunque, no siempre ha sido así puesto que son muchas las personas que recuerdan cómo se iba a enterrar a la gente a la parroquia de Taladrid, incluso en cierta ocasión se les cayó la caja del muerto durante el trayecto que une Taladrid con el Bao.
Como en Ibias somos muy juerguistas, no podía faltar en este rencóndito lugar su día de fiesta. En el Bao se celebran en el mes de Agosto (segunda semana) aunque no siempre fue así puesto que originalmente la fiesta se celebraba el 4 de Julio.
De sobra conocida es la afición que les viene desde pequeñas a las cunqueiras por la pandeira y que se va conservando con el paso del tiempo, trasladándose ese buen gusto por el ritmo de madres a hijas.
Las mujeres del Bao tocaban la pandeira, sí, pero no todas, ya que les gustaba más bailar, se reunían todos los mozos y mozas del pueblo en un alto para danzar, y como todos/as querían hacerlo y alguna tenía que formar el baile, se llevaban a hombros a una señora enana que se encargaba de tocar la pandeira.
La mayoría de las veces el baile se hacía en alguna vivienda del pueblo y eran los propios niños los encargados de pregonar de casa en casa que el baile iba a acontecer en tal lugar. Con el paso del tiempo, la pandeira perdió fuerza y empezaron a abrirse camino personas como Manolo de casa Crega o José de Corradía con el acordeón.
Cerca del parque natural de Muniellos y los Ancares y lindando con el de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias es un territorio privilegiado por su naturaleza y la vista de sus paisajes. La fauna es variada, con presencia de osos, jabalíes, corzos, urogallos...
Pequeños ríos como el Cerves lo recorren haciendo de este pueblo un buen lugar para practicar deportes de riesgo. En cuanto al senderismo, son innumerables las rutas que se pueden seguir como por ejemplo la de la Braña de arriba en la que se puede contemplar una impresionante cascada.
El Bao era un pueblo con muy pocos recursos para vivir de la agricultura o la ganadería, ya que por lo abrupto de sus tierras y paisajes apenas había pradería donde mantener al ganado, lo que les obligaba a compartir la pradería de Pedracos con Villarmeirín. La situación en cuanto a la agricultura no era mucho mejor, puesto que las tierras para cosechar eran malas a la vez que pendientes, debido a esto, los habitantes del Bao se las ingeniaron para buscarse el sustento de otra manera y puesto que contaban con una impresionante habilidad para tornear y dar forma a la madera empezaron a explotarla realizando todo tipo de trabajos en ella: escudillas, bacitas, artesas, así como todo tipo de utensilios para el hogar.
Los cunqueiros pronto se dieron cuenta de que la destreza que tenían trabajando la madera podría dar fruto fuera del Bao, por ello, armados de valor, deciden abandonar todo lo que tienen, la familia incluida y marcharse rumbo a Castilla y Extremadura a vender estos enseres. Muchas veces pasaban hasta nueve meses fuera de casa.

Us cunqueirus vansi, vansi
as cunqueiras choran, choran
ay! di mi tristi aburrida
cun con vou durmir agora

Las personas que no se dedicaban a trabajar la madera artesanalmente con el torno, comerciaban con mantas, iban a comprarlas al Val de San Lorenzo y las vendían por los pueblos. Hasta nuestros días han llegado vendedores como Domingo del Bao, que recorría la Parroquia al principio con un burro y luego a pie vendiendo casa por casa el género del que disponía.
El Bao como la mayoría de pueblos de Ibias, cuenta con pocos habitantes en la actualidad, está formado por unas 30 o 40 casas, la mayoría de ellas tan sólo habitadas en verano por personas que viven en otras regiones pero que jamás olvidarán el pueblo que les vio nacer.


De sobra conocida es la afición que les viene desde pequeñas a las cunqueiras por la pandeira y que se va conservando con el paso del tiempo, trasladándose ese buen gusto por el ritmo de madres a hijas.
Las mujeres del Bao tocaban la pandeira, sí, pero no todas, ya que les gustaba más bailar, se reunían todos los mozos y mozas del pueblo en un alto para danzar, y como todos/as querían hacerlo y alguna tenía que formar el baile, se llevaban a hombros a una señora enana que se encargaba de tocar la pandeira.
La mayoría de las veces el baile se hacía en alguna vivienda del pueblo y eran los propios niños los encargados de pregonar de casa en casa que el baile iba a acontecer en tal lugar. Con el paso del tiempo, la pandeira perdió fuerza y empezaron a abrirse camino personas como Manolo de casa Crega o José de Corradía con el acordeón.

Pequeños ríos como el Cerves lo recorren haciendo de este pueblo un buen lugar para practicar deportes de riesgo. En cuanto al senderismo, son innumerables las rutas que se pueden seguir como por ejemplo la de la Braña de arriba en la que se puede contemplar una impresionante cascada.
El museo etnográfico tixileiro es otra de las tantas opciones que este recóndito lugar te puede ofrecer.
En cuanto al alojamiento, el Bao cuenta con el tixileiro, un hotel con más de dos décadas de historia dónde podrás degustar los platos más típicos de nuestra tierra, así como sentir de una forma muy directa el trato cálido que te van a ofrecer.

¡¡¡ Si de algo nos sentimos orgullosos los ibienses es de esta maravilla de pueblo!!!