Los caminos son siempre largos y angostos dentro del lejano Oeste de Ibias. Este es uno de los motivos por los que la gente decide quedarse en casa o elegir otras sendas, que pese a ser más largas y estar más alejadas son más fáciles de caminar. Ilusos todos aquellos que más por ignorancia que desconocimiento, hacen caso a esas voces que ponen fama a los territorios y deciden no dar ni siquiera el beneficio de la duda.
De fama precisamente quería yo hablaros en este reportaje que lleva por bandera, como no podía ser de otra manera, otra de las aldeas que componen el concejo de Ibias. No me culpéis por ser amante de mi tierra y presumir de este a oeste de ella, culpar a todos aquellos que aún teniendo la oportunidad deciden darle de lado.
Dice la definición de fama, que es la circunstancia de ser alguien o algo muy conocido y apreciado y esto precisamente es lo que define al pueblo de Santiso. La culpa no es de sus vistas, que como la mayoría de los pueblos de Ibias son maravillosas, ni de su posición estratégica, ni número de habitantes. El delito que te hace pecar yendo a esta aldea, no es otro que las tres pallozas que parecen estar ahí estratégicamente posicionadas para darte la bienvenida.
Así lo venden los folletos turísticos del concejo y la propia ruta que en su día se creó. Así lo creía yo hasta que me topé con la cruda realidad y profunda vergüenza de ver in situ, la insensibilidad y falta de sentimiento que tenemos a la hora de valorar y cuidar nuestro propio patrimonio. No culpo a los propietarios, que serán en su mayoría gente que ya no está o personas mayores que las han mantenido en pie toda su vida. Culpo a esos herederos, que las dejan caer y al propio ayuntamiento que con su política de no conservación del patrimonio, está hipotecando el futuro turístico de nuestro municipio.
De las tres pallozas que portaba la aldea de Santiso tan solo queda renqueante una de ellas, y a juzgar por su deplorable estado de conservación y brechas en la cubierta vegetal, no le queda mucho de vida. Sepa de ante mano el viajero que decida poner pie en Santiso, que esta es la foto que tendrá y no la que imaginaba...
Ante todo aquel que se pregunte si merece la pena ir a visitar esta aldea una vez que su principal atractivo turístico hace aguas, no seré yo quien responda de manera negativa o positiva a esa pregunta. Que duda cabe, me gustaría que estas palabras fueran de alabanza y no de crítica.
Un puñado de casas componen Santiso y unos diez vecinos aguantan con valentía el duro viento que los castiga desde cualquier punto geográfico. Sus 810 metros de altitud y sus más de 18 kilómetros de lejanía con la capital del concejo, no facilitan la vida en esta aldea.
Una calle principal vertebra el conjunto del pueblo. A medida que la voy recorriendo me llama la atención una panera con tallas en la madera, protagonista ahora de las fotos que antes retrataban las pallozas. Una pequeña capilla de cemento dedicada a San Roque y San Román pone cabo a este sonado pueblo de Ibias.
Antes de poner fin a mi recorrido, miro al frente con ese sentimiento de tristeza que me invade y que pronto me quitan las impresionantes panorámicas que atesora este lugar sobre la parroquia de Os coutos y sus vecinos gallegos.
Si amigos, a veces la fama no es lo que nos dicen que es, sino lo que nosotros queramos que sea....
Si amigos, a veces la fama no es lo que nos dicen que es, sino lo que nosotros queramos que sea....